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Lector: En este día en el que recordamos tu Inmaculada Concepción, queremos dar gracias a Dios, por ti, Madre Santa, la primera entre los redimidos, preservada, entre todos los hijos de Eva, de la mancha del pecado original. ¡Alegrémonos en el Señor al celebrar la festividad de la Concepción Inmaculada de la Virgen!
Todos: Alegrémonos todos en el Señor, pues Ella aplastó la cabeza de la serpiente.
Lector: Alegrémonos, porque pudo el Altísimo fabricar un mundo mayor, crear un firmamento más dilatado y espacioso...
Todos: Pero una Madre mejor, una Madre más hermosa que María, no pudo hacerla.
Lector: Si Cristo es la perla de valor infinito.
Todos: María, la concha de nácar que la esconde.
Lector: Si Cristo es el sol radiante.
Todos: María, el cielo purísimo que brilla.
Lector: Si Cristo es la flor.
Todos: María, el tallo en que se mece.
Lector: Madre Inmaculada, pues del polvo de Adán quedaste intacta, eres toda hermosa.
Todos: Nunca hubo en ti mancha de pecado; y eres Pura, y eres Santa.
Lector: Entre punzantes espinas se abre suave la rosa. Si Eva es la espina, por la que se clavó en todos la muerte, María es la rosa, que a todos devolvió la vida.
Todos: Devolvió a todos la vida; la vida que nunca acaba, la vida eterna en Cristo Jesús. ¡Aleluya!, ¡aleluya!
Lector: Unidos a la Iglesia Santa, aclamemos gozosos a María. Toda hermosa eres, María.
Todos: Y no hay en Ti, mancha de pecado.
Lector: Tú, ¡gloria de Jerusalén!
Todos: Tú, ¡alegría de Israel!
Lector: Tú, ¡honor de nuestro pueblo!
Todos: Tú, ¡abogada de los pecadores!
Lector: Oh María, Virgen Prudentísima.
Todos: Madre clementísima.
Lector: Intercede por nosotros ante el Padre, cuyo Hijo nos diste.
Todos: Para que las flechas de nuestras vidas apunten rectas al cielo. Al cielo, donde las sombras terminan, donde Tú estás.
Lector: Por María Inmaculada se nos da a Jesús. Y con Jesús Redención y vida; redención y cielo. ¡Aleluya!
Todos: Salten de júbilo montes y collados. ¡Aleluya!, ¡aleluya!
Lector: Por María Inmaculada, la Redención y la Vida. Se estremecen de alegría tierra y mar, y nuestros corazones si inundan de gozo. ¡Aleluya!
Todos: ¡Aleluya!, ¡aleluya! Por María Inmaculada la Redención y la vida para siempre, ¡Aleluya!, ¡aleluya!
Lector: María Inmaculada, aurora del gran día.
Todos: Del gran día de Redención y de Vida, del gran día sin ocaso ni fin.
Lector: Por Ti, María, nosotros, miserables, heredamos la misericordia. Nosotros, pecadores, alcanzamos gracia y perdón.
Todos: Salve, Virgen pura, Virgen Santa María, Reina del cielo, Madre y consuelo del pecador. Hacia Ti, estrella de nuestro Adviento. ¡Estrella de la mañana, de la gloria perenne, acoge nuestro amor y nuestra veneración. Acepta nuestro abandono en Ti. Amén.
Virgen Inmaculada, Madre querida, hoy me pongo en sus manos y te entrego mi deseo sincero de vivir en castidad. Prometo cuidar la pureza de mi corazón, de mi cuerpo y de mis pensamientos, buscando siempre lo que es puro y verdadero.
Concédeme la fuerza para resistir toda tentación y la valentía para elegir el bien incluso cuando cueste. Dame, Señor Jesús, amor a la Eucaristía, donde mi alma se fortalece; y tú, Madre Inmaculada, enséñame a aferrarme al Santo Rosario como mi arma infalible.
Acompáñenme cada día en la oración, para que nunca me aparte de ustedes. Que mi juventud sea limpia, alegre y fiel, y que con su gracia pueda vivir esta promesa con paz, constancia y esperanza.
Puro y casto San José, intercede por mi para conservar y cumplir este santo deseo. Amén
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